Los infartos cerebrovasculares silenciosos afectan
regiones más pequeñas y menos funcionales del cerebro, pero se pueden acumular
y con el tiempo tener un impacto sobre la memoria y los procesos cognitivos
Las mujeres son más vulnerables a sufrir infartos cerebrales -porque viven más- con consecuencias para la memoria y procesos cognitivos.
Foto: Shutterstock
Cuando una persona sufre un infarto cerebral -por una hemorragia, obstrucción o compresión de un vaso sanguíneo- las células que quedan desprovistas de oxígeno pueden morir.
Dependiendo
de la región cerebral afectada, la persona puede perder el habla, algún
movimiento y sensibilidad del cuerpo, o tener dificultades para recordar. Esos
son los efectos dramáticos de lo que también se conoce como derrame
cerebral.
Pero
hay otro tipo de accidente cerebrovascular cuyos efectos son menos
evidentes y más difíciles de diagnosticar, pues no muestran síntomas
inmediatos.
Se
le conoce como infarto lacunar o “silencioso”, porque
afecta regiones más pequeñas y menos funcionales del cerebro, que no se
manifiestan igual que un ataque cerebral sintomático, pero que con el tiempo se
pueden acumular y tener un impacto significativo a largo plazo en la
memoria del paciente.
Según
un estudio publicado en 2012 por la Escuela de Medicina de la Universidad de
Harvard, Estados Unidos, los infartos cerebrales silenciosos son más
comunes que los infartos con síntomas. Los investigadores estiman que más
de un tercio de las personas mayores de 70 ha sufrido un infarto silencioso.
¿Qué sucede en un derrame cerebral?
Derrame
es una manera general de referirse a un afección en el cerebro cuando no le
llega suficiente oxígeno, ya sea por una hemorragia o una obstrucción. La
terminología específica es infarto, ya sea hemorrágico o isquémico.
“Isquémia
significa que no le está llegando suficiente oxígeno y el tejido cerebral
muere”, explicó a BBC Mundo Cristina Koppel, neuróloga del Hospital King´s College,
Londres.
mueren. (Foto: Getty Images)
La
gran mayoría son infartos típicos, cuando un émbolo o coágulo que se ha
desplazado por las arterias obstruye los vasos sanguíneos e interrumpe
el flujo sanguíneo.
“Hay
que imaginarse el sistema de circulación en la cabeza como un árbol que tiene
un tronco -una gran arteria- que se divide en ramas cada vez más pequeñas y tan
diminutas que ni siquiera tenemos nombres para esos vasos sanguíneos”, dice la
doctora Koppel.
“El
coágulo, que se puede haber formado en el corazón o en las arterias carótidas
(arterias principales del cuello), se desplaza por ese sistema que se vuelve
cada vez más estrecho, hasta que ya no puede pasar, bloqueando los vasos
sanguíneos que alimentan partes del cerebro.
Sin
esa irrigación de sangre rica en oxígeno, las células de esa región
dejan de funcionar y pueden morir, generando una combinación de
síntomas que pueden ir desde debilidad en parte de la cara, dificultades al
hablar o caminar, y problemas de visión.
En
Reino Unido, los médicos aconsejan tener presente la sigla FAST, que en inglés
se refiere a cuatro palabras: cara, brazo, habla y hora. O sea, si un lado de
la cara la tiene caída, el brazo está débil o tembloroso, se tiene dificultad con
el habla… es hora de llamar la ambulancia.
“Si
el paciente llega al hospital en un espacio de unas 4 horas y media, después de
un escaneo para asegurar que no es un infarto hemorrágico, se le puede
administrar un fármaco antitrombótico para disolver el coágulo y desbloquear la
arteria”, señala la neuróloga.
Todas estas habilidades perdidas durante un infarto típico reflejan las funciones que estaban controladas por la región afectada en el cerebro.
Parálisis de un lado de la cara es uno de los síntomas de un infarto isquémico. (Foto: Getty Images)
“Ni se dan cuenta que les pasó algo”
Pero
hay un tipo de infarto cerebral que no se manifiesta de esta manera tan
evidente, por que “no ocurre en la periferia, sino dentro del cerebro y afecta
las regiones más profundas”.
Se
le llama infarto lacunar o silencioso, en cuyo caso, la interrupción de flujo
sanguíneo destruye células en regiones del cerebro que no controlan funciones
vitales, regiones “silenciosas”.
El
daño es tan pequeño que no generan síntomas obvios y sólo se
pueden observar con una imagen por resonancia magnética (IRM) o una tomografía computarizada
(escaneo TC).
“Se
ven como un pequeño puntito”, indica la doctora Koppel. “Muchas veces, cuando
les preguntamos, los pacientes ni se dieron cuenta de que les pasó algo”.
“Es
porque ese infarto profundo no dio síntomas o fueron tan leves que el paciente
ni va al hospital”, agrega.
Un infarto cerebral silencioso sólo se puede
confirmar con una imagen por resonancia magnética (IRM) o una tomografía
computarizada (escaneo TC). (Foto: Getty Images)
Aunque
podrían haber sufrido alguna sutil deficiencia cognitiva temporal, la
mayoría de las víctimas de este tipo de infarto silencioso no saben
que lo sufrieron.
No
obstante, por más pequeña que sea la lesión, “hay células muertas ahí, que
afectan el cableado o las conexiones del cerebro”.
Si
se acumulan muchos de estos infarto, el escenario más común es que se afecten
ciertas funciones del cerebro, lentitud cognitiva, torpeza al andar, falta de
memoria y, como consecuencia la demencia vascular.
Problemas de memoria
Aunque
los efectos no sean inmediatamente obvios, un infarto cerebral silencioso puede
interrumpir el flujo de sangre necesario para la memoria.
En
un estudio publicado en la revista especializada Neurology, los
investigadores estudiaron a 650 personas sin historial de demencia, buscando
evidencia de interrupción del abastecimiento sanguíneo en los cerebros de los
participantes a través de IRM.
En
más de 170 de los participantes se encontraron pequeñas regiones de tejido
muerto por falta de irrigación sanguínea al cerebro, aunque sólo 66 de
ellos reportaron haber tenido síntomas de un infarto cerebral.
Todos
los pacientes que habían sufrido estos infartos tenían dificultades con la
memoria y procesos cognitivos. Estos problemas se dieron independientemente de
otras formas de pérdida de memoria asociada con la edad.
Los investigadores concluyeron que a medida que se acumulan los daños causados por estos infartos silenciosos, es más difícil que el cerebro funcione normalmente.
Los daños de un infarto silencioso son pequeños, pero su acumulación tiene serias consecuencias para la memoria. (Foto: Getty Images)
Debido
a que las mujeres viven más, ellas son más vulnerables a sufrir infartos
cerebrales. Los médicos recomiendan que se sometan a exámenes para evaluar los
factores de riesgo de enfermedad cerebrovascular.
Prevención
La
demencia vascular no se puede revertir. Como no es posible
para todos hacer una IRM o escaneo TC, hay cosas que se pueden hacer para
reducir los factores de riesgo.
El
principal factor, dice la neuróloga Cristina Koppel, es la hipertensión “y es
lo primero, segundo y tercero que controlamos”.
También
se monitorea el colesterol, la diabetes, y se aconseja reducir el consumo de
sal y no fumar.
“Se
debe empezar un tratamiento con aspirina u otro anticoagulante como clopidogrel,
que es un agente antiplaquetario que inhibe la formación de coágulos”, señala
Koppel.
A
eso se le añaden recomendaciones para adoptar una dieta sana, hacer
ejercicio rutinariamente y asistir disciplinadamente a los chequeos médicos.
“Con
la edad hay que prestarle mayor atención”, advierte la neuróloga. “A todos nos
va a pasar en un grado u otro”, señala.
Hay maneras de reducir el riesgo de infartos
“silenciosos”, como caminar a buen ritmo unos 30 minutos, cinco días a la
semana. (Foto: Getty Images)
Qué puedes hacer para evitar la pérdida de la
memoria por infarto silencioso
*
Controlar la hipertensión con chequeos regulares y tomar los fármacos que la
reduzcan.
*
Limitar el consumo de sal a menos de 6 gramos al día.
*
Mantener bajos los niveles de colesterol LDL.
*
No fumar.
*
Controlar el peso y mantener el índice de masa corporal entre 19 y 25.
*
Consumir por lo menos 200 gramos de fruta y 300 gramos de vegetales al día.
*
Hacer deporte o caminar a buen ritmo durante 30 minutos, cinco días a la
semana.
Fuente: BBC News Mundo
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