Conforme
se acerca el verano al hemisferio norte y, muchos sitios de
Latinoamérica disfrutan aún de buen tiempo, empiezan a abrirse las
piscinas y las playas.
De
ahí que muchos se pregunten si la enfermedad puede transmitirse o
contagiarse a través del agua, la arena o el pasto que suele rodear a
las piscinas.
Dado
que no existen estudios específicos de la supervivencia del
covid-19 en entornos acuáticos, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha basado sus recomendaciones sobre el tema en las
evidencias científicas recogidas para otros coronavirus.
De
hecho, el organismo recuerda, por ejemplo, que se determinó que el virus
de la influenza moría solo 5 minutos después de estar en contacto
con agua potable con un cloro residual de 0,3 miligramos por litro.
“Aunque
la presencia del covid-19 en agua no tratada es posible, no se ha
detectado en los suministros de agua potable”, le explica a BBC Mundo la
Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Pero ¿qué
pasa con el agua de mar y el de las piscinas?
El
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España emitió esta
semana un informe en el que analiza cuáles son las probabilidades de infección
en estos entornos.
Piscinas
El
cloro que se usa como desinfectante en las piscinas facilita la muerte del
coronavirus que causa la covid-19.
Su
uso es obligatorio en muchos países por normativa sanitaria desde hace años.
“Alrededor
de este tema hay muchas incertidumbres”, le explica a BBC Mundo Joan Grimalt,
investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua de
España.
“Una
contaminación dentro del agua es improbable, pero es mucho más
improbable en agua salada o en agua de piscina”, añade.
Aunque
normalmente suelen tener entre 1 y 2 miligramos por litro, un nivel
que, según las autoridades del sector, sigue siendo seguro para la salud.
“No
hace falta más cloro, pero hay que asegurarse de que la piscina siempre tenga
el nivel adecuado,independientemente del número de personas que
esté nadando”, dice el investigador.
Los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC,
por sus siglas en inglés) coinciden en que “el funcionamiento y
mantenimiento adecuados (incluida la desinfección con cloro o bromo)
de piscinas, jacuzzis, spas o áreas de juego con agua deberían inactivar el
virus”.
Playas
“El
agua de mar tiene sal y se ha comprobado experimentalmente que este elemento
desactiva o destruye la covid-19”, afirma
Grimalt.
Pero
esto es “muy normal”, subraya. Pasa con muchos virus.
“Hay
muchísimos organismos que no pueden vivir en un entorno salino. El agua de mar
tiene una osmosis, una densidad de iones, que mata muchas de
las familias de virus”.
Lo
que sucede en el caso del que provoca covid-19 es que está compuesto por un
núcleo de material genético y una cápside de proteínas que lo envuelve y, al
igual que otros coronavirus respiratorios, está recubierto por una envoltura
lipídica.
Otros
virus, como el de la hepatitis A, por ejemplo, carecen de esa
envoltura.
“Sorprendentemente
eso les hace aguantar más en agua dulce o en agua de mar que la covid-19”, que
muere más rápido, explica Grimalt.
Efecto dilución
A
la reacción ante la sal de mar hay que añadir el “efecto dilución”.
Es
decir, el virus se disemina en el agua y esto rebaja su poder de
infección.
“Para infectarse, una persona necesita estar expuesta a un número mínimo
de partículas virales”, expone Bruce Ribner, director
médico de la Unidad de Enfermedades Transmisibles Graves del Hospital de la
Universidad Emory, en Estados Unidos.
“Esto haría que la probabilidad de que una
persona se exponga a la cantidad mínima de partículas virales requeridas
para causar infección es muy pequeña y, en una situación de la vida real,
demasiado pequeña para estar preocupados”, añade.
Sin embargo, la forma en la que el virus
podría llegar al mar no es solo a través de un bañista asintomático que esté en
la playa.
Aguas residuales
El
informe del CSIC advierte que todavía no hay evidencias sobre la infectividad
del virus (la capacidad de una agente patógeno para invadir un organismo y
provocar en él una infección) en aguas residuales, donde sí se han
encontrado trazas del nuevo coronavirus.
“Esta
posibilidad no se puede descartar totalmente porque hay ya
tres estudios en los que se describe la presencia del virus infeccioso en
muestras de heces de pacientes infectados”, se lee.
Así
que si la playa está cerca de un colector, hay que tener cuidado.
Pero
un informe del Centro de Tecnologías Sostenibles para el Agua y la Energía de
la Universidad de Arizona explica que “las investigaciones también sugieren que
los coronavirus son más sensibles al agua y a los procesos de tratamiento de
aguas residuales que sus contrapartes los virus sin envoltura”.
“Por
tanto, estos procesos probablemente brinden una protección adecuada contra los
coronavirus” y deberían ser suficientes, explica el documento.
Arena
Hay
tres factores que contribuyen a que la transmisión del nuevo coronavirus en la
arena sea difícil: el sol, la salinidad y la rugosidad de la
superficie.
La luz
ultravioleta del sol destruye al virus en la arena.
Pero
también tenemos que tener en cuenta que la arena tiene altas concentraciones de
sal del mar que la baña.
Además,
“la arena no es una superficie lisa. Lo que se ha visto es que en superficies
rugosas los coronavirus permanecen menos tiempo”, afirma Grimalt.
“La
probabilidad de que la arena contaminada conduzca a una infección es
seguramente demasiado pequeña para ser una preocupación realista“, cree
el doctor Ribner.
Agua de ríos, lagos o arroyos
Si
queremos ir a bañarnos a ríos, lagos y aguas con poca circulación, su uso está
más desaconsejado.
En
estos entornos hay que extremar las medidas de precaución.
Estos
medios acuáticos son los más desaconsejables para uso recreativo frente a otras
alternativas.
“Estudios
centrados en otros coronavirus, con características similares al SARS-CoV-2,
han demostrado que los virus siguen siendo temporalmente infecciosos en
ambientes naturales de agua dulce“, cuenta el informe del CSIC.
“En
principio este virus no es infectivo a través del agua, pero puestos a elegir,
si uno se quiere asegurarse más vale nadar en sitios donde esté claro que no
hay posibilidad de infección y esos son las piscinas y el mar”, concluye
Grimalt.
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