Hasta hace poco podíamos abrazar a los abuelos y a los padres sin temor,
los niños asistían a las escuelas en grupos y podían ir a los parque, las
mascarillas y los desinfectantes no eran artículos de primera necesidad y la
primavera era un tiempo para disfrutar el exterior, tomar
el sol y salir de vacaciones.
Ahora que gran parte de los habitantes del
mundo se encuentran confinados en cuarentena a causa de la pandemia de
coronavirus COVID-19, una pregunta ronda en este encierro: ¿Cómo
será la vida después del coronavirus? ¿Cómo lucirá el mundo cuando las puertas
se abran? Gideon Lichfield, editor en jefe del MIT Technology
Review, tiene una inquietante respuesta.
“Todos queremos volver a la normalidad cuanto
antes. Pero parece que la mayoría de nosotros todavía no somos
conscientes de que nada volverá a la normalidad después de unas semanas, ni
siquiera de unos meses. Algunas cosas nunca volverán a ser como antes“,
escribe Lichfield en un artículo
reciente.
El editor de la publicación asegura que mientras
haya una sola persona en el mundo con el virus, los brotes seguirán ocurriendo
sin control y cita un modelo matemático del Imperial College de Londres que
concluye que el distanciamiento social y el cierre de
escuelas son medidas que deberían tomarse periódicamente, tanto como uno de
cada tres meses, es decir, cuatro meses al año. Esto, hasta que
se logre una vacuna, algo que posiblemente ocurra en 2021 o hasta 2022.
Los investigadores señalan que ni siquiera
aplicar mayores recursos al ámbito médico, en hospitales, salas de urgencias,
respiradores y personal médico, sería suficiente para enfrentar la un escenario
de emergencia sin alejamiento social. Adelantan también que tan
pronto se levanten las medidas restrictivas, la pandemia volverá a estallar.
“Esto no es una alteración temporal. Se
trata del inicio de una forma de vida completamente diferente“,
asegura Lichfield. En primera instancia, esta emergencia cambiará la forma en
que se desempeñarán los negocios dedicados al público, como teatros, hoteles,
cines, restaurantes, museos, centros comerciales, gimnasios, etcétera, pero
también la forma en que socializamos con nuestros seres cercanos.
Explica que los gobiernos y las empresas
establecerán mecanismos tecnológicos para rastrear a los enfermos y a sus
contactos en diferentes partes del planeta. “La vigilancia intrusiva se considerará
un pequeño precio a pagar por la libertad básica de estar con otras personas“,
asegura el periodista y añade que tarde o temprano nos acostumbraremos a esta
nueva realidad.
Finalmente señala: “El mundo ha cambiado muchas veces, y
ahora lo está haciendo de nuevo. Todos tendremos que adaptarnos
a una nueva forma de vivir, trabajar y relacionarnos”.
Fuente: El Diario
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